martes, 18 de septiembre de 2007

Propuestas políticas para una sociedad nueva II

Nuestras primeras propuestas reclamaban una limitación de los salarios de los políticos. La segunda responde a una necesidad que sentimos apremiante, a la necesidad de verdad, de honestidad, de sinceridad, de transparencia.

A la verdad se la excluye sustituyéndola por la conveniencia. No es importante aquello que es verdad, sino sólo aquello que un determinado momento conviene resaltar. Hacer política de verdad supone dejar que la verdad penetre en la política, haciendo así el discurso de los políticos creíble. Hace pocos días podíamos ver en los medios de comunicación al líder de uno de los partidos políticos españoles mayoritarios proclamando que a partir de ese momento, el único objetivo del partido era ganar las elecciones. Lo dijo orgulloso, lo dijo convencido, y lo repitió varias veces. Mas nada más lejos de la verdadera política que la intención de ganar unas elecciones. Cuando la verdad entra en el ámbito de la política lo que importa es que las cosas que están mal pasen a estar bien, que construyamos una sociedad mejor. El único objetivo de todos los políticos y de todos los partidos debería ser ese: una sociedad más humana. Y no ganar, no el poder. Aunque eso, desgraciadamente, es lo único que quieren nuestros políticos. Por el poder luchan, discuten, se desgastan, y nos intentan hacer creer que esa lucha por el poder es la política, la única política posible, la política de verdad.

Pero no es verdad, y por eso presentamos aquí las siguientes propuestas:

  1. Debemos esforzarnos por ser honestos en nuestra vida personal y comunitaria: vida interior, familiar, social, laboral, etc. Así nuestra participación en la actividad política (todo lo que es relacional es político) será más honesta. Hay que comenzar por dar ejemplo y después exigir.
  2. Exigir honestidad a los políticos que ocupen puestos de responsabilidad, y destituir a todos aquellos que incumplan sus palabras o traicionen los principios por los que fueron elegidos.
  3. Abandonar la política como lucha por el poder para realizar la política como servicio desinteresado a la comunidad.
  4. Reconocer que aquellos que no piensan como yo pueden tener razón al igual que yo, para abrir así un espacio de diálogo y búsqueda conjunta de la verdad.
En definitiva, pasar de una política de la conveniencia y la mentira en la lucha por el poder a una política de servicio a través del diálogo y el acuerdo.