martes, 3 de julio de 2007

La filosofía de María Zambrano, 3ª Parte

El hombre y la verdad


El hombre está abierto a la realidad y, si quiere ser plenamente hombre, tiene que acoger la verdad en su corazón. Esto es posible por la mediación del tiempo, sin el cual no habría espacio para la libertad. El tiempo nos abre un horizonte en el que desarrollar nuestra libertad y buscar la realización personal en el cumplimiento de la vocación. Sin tiempo la verdad no podría ser acogida por el hombre; todo lo humano necesita tiempo. Y cuando el hombre acoge a través de su razón poética a la verdad que se le regala, ha descubierto lo profundo de la realidad, algo divino.
Lo profundo de la realidad, a lo que accedemos gracias a la razón poética, es lo sagrado. Lo sagrado sería aterrador si no se nos hubiera revelado, pero lo ha hecho. La revelación de lo sagrado es la revelación de Dios, que se muestra a sí mismo como Amor, revelando al hombre su identidad profunda y su origen. Por eso la vocación del hombre es el amor, y la virtud que pone por obra el amor es la piedad (saber tratar con los otros). El amor es la fuerza transformadora y plenificante que mueve todo lo que existe, y sin esa fuerza todo queda en nada: sólo el amor es creador. Y lo es a imagen del Creador de todo, que es la fuente de todo amor.